El día a día es agotador si nuestro hijo es desafiante. A menudo, nos vienen preguntas a la mente como: ¿Por qué se comporta mucho peor que los otros niños? ¿Qué hago mal?
Perfil de un niño desafiante
Son niños que no escuchan, que siempre tienen que decidir cuándo y cómo hacer las cosas. No aceptan la autoridad fácilmente.
Suelen ser niños persistentes en sus deseos, intensos, con mucha energía. Defienden sus ideas y es muy difícil hacerles cambiar de opinión. Tienen cambios de humor de forma rápida y menos autocontrol de lo que cabría esperar para su edad.
Algunas características más significativas son la irritabilidad y la actitud desafiante:
- A menudo pierde la calma.
- Está susceptible o se molesta con facilidad.
- Se le ve enfadado y resentido.
- Discute frecuentemente con los adultos.
- Desafía activamente o rechaza satisfacer las peticiones por parte de los adultos o las normas.
- En repetidas ocasiones culpa a los demás de sus errores o mal comportamiento.
- Miente con frecuencia
- Es rencoroso o vengativo.
Herramientas y soluciones
Lo más importante es establecer un estilo de crianza adecuado, en este caso debería ser el estilo democrático: atender las necesidades emocionales del niño, consensuando las decisiones y normas para dejarles que tengan autonomía y confianza.
- Fijar metas con antelación. Recompensar al niño cuando se hayan cumplido. Es más efectivo como instrumento de motivación que el castigo.
- Validar sus emociones y mostrar empatía.
- Intentar sustituir el verbo «ser» por el verbo «estar». Por ejemplo, en lugar de decirle «eres un desordenado» podemos decirle «tu pupitre está desordenado».
- En lugar de decirle que deje de hacer algo, darle herramientas para que lo deje de hacer, así aprende a regularse y no se ve desbordado.
- Practicar el elogio, teniendo en cuenta sus dificultades y el grado de esfuerzo. Verbalizar todos los aspectos positivos de su conducta.
- Priorizar demandas hacia el niño. Pocas y buenas.
- Decir lo que queremos que pase y hacer lo que hemos dicho que haremos. Hay que asegurarse de que se cumpla nuestra palabra, evitar amenazas vacías, castigos que nunca se cumplirán.
- Evitar sermones y discusiones reiteradas y repetitivas sobre el comportamiento del niño. No atender las rabietas, practicar la extinción.
- Pensar fríamente. Cuando estamos sobrepasados, cometemos errores, luego nos sentimos culpables y somos más permisivos para intentar compensarlo.
Tratamiento
A veces, es necesario la ayuda de un profesional para mejorar el bienestar del menor y de la familia. En consulta se suelen abordar y tratar diversos aspectos: la dinámica familiar, el autocontrol del niño, su regulación emocional, habilidades sociales, entrenamiento en solución de problemas y entrenamiento a los padres, entre otros.
Aunque las técnicas de crianza parecen de sentido común, aprender a emplearlas no siempre es fácil. Cuando se lleva a cabo un adecuado abordaje del problema, se ven buenos resultados, el menor aprende a comportarse y el clima familiar mejora muchísimo.
Margalida Caimari
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