¿De qué sirve la ansiedad?
La ansiedad es desagradable y se vive desde el malestar. Pero lo cierto es que la ansiedad, hasta ciertas dosis, es muy útil.
El papel principal y fundamental de la ansiedad es el de alertarnos de peligros. De hecho, gracias a ella estamos vivos como especie. Cuando aún éramos cavernícolas, aparecía un león y la ansiedad se disparaba dilatando nuestras pupilas para ver mejor y bombeando sangre a hacia los músculos para huir o pelear. Te aseguro que nunca correrás tan rápido que con ansiedad.
A día de hoy también nos sucede, aunque en nuestra sociedad no sea con leones. Pasa por ejemplo si presenciamos un accidente de tráfico. La vida de personas está en peligro, nuestro cerebro nos alerta y nos dota de herramientas para actuar y poder acudir corriendo a socorrer a los supervivientes.
Hasta aquí, estamos hablando de una ansiedad funcional: nos alerta ante peligros y nos permite actuar de forma eficaz. Cuando pasa el peligro y volvemos a un terreno seguro, la ansiedad baja, aunque a veces podamos sentir una “resaca emocional” a posteriori.
Nuestro cerebro maneja bien ese tipo de ansiedad que responde ante un peligro real: se dispara, la situación se resuelve y todo vuelve a la normalidad.
Lo que nuestro cerebro no maneja tan bien es la ansiedad prolongada en el tiempo, aunque sea de menor intensidad. Y aquí entra en juego el potente cortisol.
¿Qué papel tiene el cortisol?
El cortisol, o la llamada hormona del estrés, es una hormona que se libera cuando sube la ansiedad. Y en pequeñas dosis, nos ayuda a regularla, pero en altos niveles o en niveles continuos, afecta negativamente a prácticamente todos los órganos y tejidos de nuestro cuerpo.
El cortisol tiene un papel fundamental en el metabolismo de los alimentos y en el sistema inmunológico. Por ese motivo, cuando nuestro cuerpo segrega más cortisol del que puede manejar, aparecen problemas digestivos, bajan nuestras defensas, somos más propensos a tener osteoporosis, fatiga crónica o aumento de peso. Además, afecta de forma directa a las funciones de nuestro cerebro alterando nuestro estado de ánimo.
Situaciones en que típicamente el cortisol se desajusta
El cortisol se desajusta cuando nuestra ansiedad, aunque puede ser baja y aparentemente manejable, es duradera en el tiempo.
A continuación, te pongo algunos ejemplos que veo en consulta cada día en que claramente hay una desregulación del cortisol.
- El estrés en el trabajo o ir siempre “a tope”.
- Una alta autoexigencia: querer llegar a todo y querer hacerlo todo correcto.
- Situaciones hostiles con la gente de nuestro alrededor como discusiones, reproches, represalias o falta de libertad de expresión.
- Preocupaciones constantes sobre cosas que aún no han llegado y no sabemos si llegarán. Muchas veces son pensamientos que empiezan por “Y si…?”: “Y si mi jefe queda descontento?”, “Y si mi madre fallece?”, “Y si le sentará mal ese comentario?”, “Y si piensa mal de mí”, etc. Suelen ser pensamientos catastróficos, con un final indeseado. Este artículo relacionado puede ser de tu interés, leer ahora.
Recuerda que estas situaciones son en realidad las más peligrosas. Aquellas que generan una ansiedad aparentemente ligera pero que es duradera día tras día. Tienen consecuencias muy graves en nuestro cuerpo y es primordial ponerles remedio.
¿Crees que hace demasiado tiempo que dura tu malestar y es momento de ponerle fin al cortisol que desprende? Coge cita conmigo y lo hablamos con calma.
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En Clínica Ment, llevamos a cabo diferentes grupos de terapia:
- Ansiedad
- Depresión
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- Autoestima
Mélanie Perpiñá
Psicóloga y Directora Sanitaria
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