¿Crees que tu cerebro está en constante intranquilidad? ¿Te invaden pensamientos sin descanso? La ansiedad se expresa de muchas maneras, y esta es una de ellas.
La ansiedad, en pequeñas dosis, puede resultar adaptativo, especialmente en situaciones en las que trabajas bajo presión o sopesadas los pros y los contras a la hora de tomar una decisión. Pero muchas veces vivir en un constante «¿Y si…?» puede ser un gran problema. ¿Y si no me contesta el mensaje? ¿Y si no llego a tiempo? ¿Y si piensa mal de mí? ¿Y si no le gusta lo que hago? ¿Y si piensa que no lo he hecho bien? ¿Y si no me da tiempo a llegar a todo? ¿Y si..?
¿Cuántas preguntas tipo “¿Y si…?” te haces todos los días? Detente un momento para pensarlo.
Seguro que te habrás dado cuenta de que esa preocupación constante tiene consecuencias adversas. Habrás notado que tu estado de ánimo empeora, te frustras al no encontrar solución a tus problemas y comienzas a adoptar un enfoque pesimista de la vida. A veces, hasta puedes experimentar taquicardia o sensación de falta de aire.
Cuando las preguntas “¿Y si…?” empiezan a formar parte de tu rutina y experimentas una intranquilidad constante, llega el momento de remediarlo. De hecho, existen muchas estrategias para controlarlo. Aunque cada caso es particular y cada preocupación tiene que tratarse con diferentes estrategias, aquí te doy unos consejos todo terreno.
Estrategias para reducir los pensamientos “¿Y si…?”:
- Planifica un momento para preocuparte. Escoge un rato del día (procura que no sea por la noche) y agóbiate durante un cuarto de hora. Todo lo que quieras. Expláyate en todas las preocupaciones que tengas. Dale vueltas y hazte todas las preguntas que te atormentan. Pero eso sí, las preocupaciones que te surjan durante el resto del día tendrán que aplazarse por ese momento que hemos acordado preocuparnos. Si te vuelven a la cabeza varias veces, apúntalas a un papel y revísalas durante tu “momento de preocupación”.
- Cuídate. Date caprichos. Date permiso para atender tus necesidades. Prepárate un baño bien caliente con espuma, ve a pasear cerca del mar y nota el aire en tu cara o ponte una canción que te guste. Y haz a diario al menos una actividad exclusivamente para ti. Búscate un hobby en el que te sientas realizado y dedícale tiempo para así permitirte desconectar de tus preocupaciones y de tu ansiedad.
- Acepta la incertidumbre. ¿Es posible estar totalmente seguros sobre el futuro? No. Y es cierto que las cosas pueden empeorar, pero no tienen por qué. Así que ya te preocuparás cuando lleguen, porque preguntarse ¿Y si…? antes de que pasen te impedirá disfrutar de los buenos momentos que puedes estar viviendo ahora.
Conclusiones
Éstas son algunas de las herramientas que pueden ser muy útiles si se utilizan bien, pero lo más importante es que las adaptes a ti mismo. En terapia, se trabaja la forma concreta de hacerle frente a tu ansiedad enmascarada en forma de preocupaciones.
Es importante que identifiquemos cuando las preguntas “¿Y si..?” se vuelven tóxicas y nos afectan negativamente a nuestro día a día. Porque recuerda: las preocupaciones son la punta del iceberg, una manera que tu cuerpo adopta para expresas su ansiedad. Aprender a controlarlas nos permitirá gozar más de la vida. Céntrate en las buenas cosas que te ocurren en el día a día y no hagas el error de sustituirlas por tus preocupaciones.
Mélanie Perpiñá
Psicóloga y Directora Sanitaria
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