Impotencia y disfunción de la erección

La erección es un reflejo neurovascular, que depende no solo de la correcta dilatación vascular y relajación muscular del pene, sino también de la excitación.

Precisamente, la excitación resulta clave en la fragilidad de la erección ya que demasiada activación (por ejemplo, debido a la ansiedad) o demasiada relajación (por ejemplo, consumo de alcohol) pueden provocar que no se active la erección.

La erección es el símbolo más claro de excitación por lo que su ausencia resulta evidente. Esto coloca a los hombres ante una gran vulnerabilidad: el hombre que tiene problemas de erección con frecuencia se siente “menos hombre”.

 

Origen y mantenimiento del problema

Este reflejo neurovascular depende del correcto nivel hormonal, la sana anatomía del pene y de un buen funcionamiento del sistema nervioso y vascular. Los problemas en cualquiera de estos aspectos (por ejemplo, diabetes, hipertensión, consumo de sustancia o medicamente, obesidad, lesiones medulares, etc.) pueden provocar una disfunción en la erección. Sin embargo, un 85% de los casos son estrictamente de origen psicológico.

También debemos tener en cuenta otros factores que pueden colaborar en la aparición o mantenimiento del problema, cómo la personalidad de la persona (frecuente en perfil perfeccionista y ansioso), la educación sexual recibida, el uso del preservativo o las circunstancias personales (crisis de pareja, duelo, estrés laboral, etc.).

Muchos problemas de erección son causados por factores emocionales muy simples y fáciles de corregir cómo la ansiedad de desempeño, miedo al rechazo femenino, excesiva preocupación por el disfrute de la pareja, o la anticipación de impotencia por algún episodio pasado de dificultad con la erección.

Algunos de los pensamientos más corrientes son:

PENSAMIENTO PREVIO

PENSAMIENTO POSTERIOR SI OCURRE

Anticipaciones al fracaso: “Me va a volver a pasar.” Confirmatorios: “Lo sabía, soy impotente.”

 

Exigencias: “Tengo que tener una erección.” Desvalorizaciones: “No soy un hombre de verdad.”

 

Lectura del pensamiento: “Mi pareja quiere que tenga una erección.”

 

Lecturas de mente: “Seguro que me va a dejar.”

Esta clase pensamientos provocan que la persona esté en un estado hipervigilante, atendiendo constantemente a las sensaciones de su pene, a su funcionamiento o a las reacciones de su pareja mientras mantiene relaciones lo cual no permite que el hombre se “abandone” a la experiencia.

Por supuesto, si a este malestar psicológico le añadimos una reacción negativa por parte de la pareja, la situación puede agravarse.

 

Por tanto, ¿qué NO debo hacer si mi pareja presenta dificultades en el origen o mantenimiento de una erección?

Reacciones como evitar las relaciones sexuales o evitar hablar del tema son extremadamente contraproducentes. Es posible que aparezcan sentimientos como:

  • El enfado – “Ya no me quieres.”
  • Preocupación – “A ver si estarás enfermo.”
  • Resignación – “Es normal que con el tiempo esto ocurra.”
  • Culpa – “Debería haberle dedicado más tiempo.”

Estos no ayudarán a nuestra pareja, sino que le harán empeorar.

Debemos ser pacientes, mostrar apoyo y no darle importancia. Ya hemos visto que son muchas las circunstancias que pueden llevar a una disfunción eréctil y que, a menudo, se dan de forma aislada.

 

La solución

Si tu o tu pareja sufrís de este problema, no es necesario alarmarse. Se trata de algo muy normal que afecta a todos los hombres en algún momento, si ocurre en situaciones aisladas: ¡no le deis más importancia!
En caso de que el problema persista, lo primero es acudir a un especialista en sexología o bien a un médico según el origen de la dificultad.

La clave está en:

• Fomentar la relajación.
• Mejorar el conocimiento de su erección (qué factores la mejoran o empeoran).
• Modificar los pensamientos que potencian que ocurra.
• Desarrollar nuevas formas de satisfacción erótica.
• Cambiar la reacción negativa (del hombre y/o su pareja).

 

 

 

Julia Tarancón

Psicóloga de parejas y sexóloga

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